Sean tenía todo cuanto pudiera querer, era guapo, era rico y estaba comprometido con la mujer que quería, pero había cosas que él no sabía, y estaba lejos de sospechar que, el día de la boda, sería víctima de un engaño y que, quien pasaría por el altar, no iba a ser su prometida, sino una sustituta, sacada de un prostíbulo, a la que Tanya había pagado 10.000 dólares por la actuación.
Iba a ser algo sencillo: pasaban por el altar, Sean se enteraba de la verdad y anulaba el matrimonio. Tanya seguiría con su vida y Kathy podía empezar a vivir la vida que merecía, libre y con algo de dinero con lo que empezar.
Pero no siempre todo es tan fácil como se planea, y Kathy se ve arrastrada a una luna de miel que no habían planeado,
sin salida, y con un tipo con fama de sádico y peligroso.
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