JAZMINES PARA UN CANALLA (Floreros canallas 1)
La señorita Agnes Holland ha puesto lo mejor de sí para consagrarse como una auténtica solterona. Tal tarea ha requerido de constancia, disciplina y de una disimulada inteligencia. Para la mayoría, la muchacha es un completo fracaso social sin ninguna perspectiva matrimonial. Para ella, no es más que un triunfo, el preludio a la libertad que tanto añora. Junto a sus amigas, tiene planes que les permitirá conquistar la independencia, una que no se encuentre atada a los hombres, ni a las normas impuestas.
¡Oh, querida Agnes! Si deseas hacer reír al destino, solo cuéntale tus planes.
Una gran piedra en el camino y una única alternativa: matrimonio.
Lord Tremblay, el vizconde de Meldrum, es el candidato perfecto. Viudo, con un hijo, anclado en los estándares sociales más arcaicos y dócil como una gacela. Sería el indicado, si no fuera por un pequeño detalle. Su hermano. El Honorable Bastien Tremblay, que de honorable tiene poco y de canalla tiene mucho.
Un malentendido.
Una boda impensada.
Un acuerdo para nada romántico.
Él era un canalla, y ella... ella era la esposa perfecta para esa clase de granuja.
FLOREROS PARA UN CANALLA (Floreros y Canallas 2)
¿Han oído alguna vez hablar de desgracias afortunadas? Pues bien, aunque no lo crean, existen. La señorita Natalie McAdam y lord Raphael Becket pueden dar fe de ello. Esta es su historia, una que dio inicio tiempo atrás, cuando sus caminos se cruzaron en la infancia. Pero, como lo único constante en la vida es el cambio, lo que fue una hermosa amistad se transformó en una confesa enemistad. Ella, una simple campesina, solterona, con aires de independencia. Él, un auténtico canalla, futuro heredero, un libertino con título y honores. ¿Casarse con él? Nunca. Los canallas no aman. ¿Casarse con ella? ¡Por los cielos, no! ¿Con esa muchachita insulsa? Jamás. Vaya pena, la buenaventura tiene otros planes. Puede ser un acierto u otra horrible prueba del destino... Tendrán que averiguarlo.
Fingían no amarse, no necesitarse, sin embargo... allí se encontraban, jugando al escondite de las emociones.
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